viernes, 30 de marzo de 2018

Sin ti soy un desierto

Después de una noche de tormenta
la madrugada llegó como torrente infinito.

Tras amanecer el anegado lodazal,
soy más consciente si cabe de cuánto
necesito el agua que emana
del maravilloso verde oasis de tus ojos.

Detrás de ti, ya lo dijo el poeta, nada queda,
detrás de ti, no hay nada más,
después de ti, no queda nada de mí,
nada soy, nada quiero, nada puedo.

Si un siroco barriese el árido desierto
en el que he convertido mi alma,
bastaría la leve brisa de tus labios
para vaciar de arena mis secos ojos.

Si cualquier fuente me vuelve a ofrecer
el agua que crees que, como un cualquiera,
buscaría con o sin sed,
yo, quien te escribe y ama,
rechazaría una, otra y mil veces más
cuantos venenos traten de alejarme de ti,
porque no hay dios, edén o salvación
lejos de tu boca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario